jueves, 22 de abril de 2010

Quizá

Quizá

Ahí va de nuevo, con su aire solitario, con su mirada altiva y su cuerpo irradiante; ahí va y volteo a observarla, como es mi costumbre, camino unos pasos detrás de ella y al acercarme a un metro de distancia retrocedo como un cobarde, sin siquiera decir hola.

Y sigue así su camino, hacia su salón, dobla en la esquina veinte metros adelante, camina diez pasos y la pierdo, por un segundo, por una eternidad.

Después en la cafetería, ahí esta, sentada en u espacio intacto, intocable, en un espacio limpio de lo demás, detrás de su burbuja invisible que selecciona el aire que deja pasar, una burbuja que me hace regresar cada vez que me acerco; y se va, y la sigo, como siempre, ni siquiera pareciera sentir mi presencia, mi respiración, mis pasos, ni siquiera lo nota.

Y ahí voy como un idiota, como una mosca a la mierda, ahí voy pegado pero ignorado, poniendo siempre un pretexto para posponer el momento esperado donde quizás le pregunte su nombre, quizá me presente y quien sabe, tal vez salgamos, y algún día la tome de la mano y la ame. Quizá llegue ese día, quizás voltee cuando yo la siga y me pregunte mi nombre, quizá sea ella y no yo, quizá el destino, quizá.

21/ABRIL/2010