jueves, 10 de mayo de 2012

Museo de Antropología/ Día de lluvia

En mayo comienza la época de lluvia en la capital, no recuerdo si fue en mayo precisamente aquella tarde gris en la que llegue en microbús de aquellos verdes y viejos que recorren reforma a un lugar que soñaba, a mis escasos 6 o 5 años (no recuerdo muy bien) y que en esa tarde lluviosa en la capital me concedió la maravilla de un sueño hecho realidad.
Paredes grises y una entrada majestuosa se imponía en mi vista, atrás de mi el pitar del tráfico citadino de la cuidad y la lluvia torrencial que nos había obligado a usar unos impermeables como los que venden en el bosque de Chapultepec, ah como olvidar que en ese lugar vendían unos cinturones con correa para los niños, y esa inolvidable frase de mamá "Si se portan mal compraré uno de esos para ustedes dos".
Entré al museo, la entrada, espectacular, si mi mente no me falla, vendían unos Wakie Tokies como guía automática, mi papá me rentó uno, entonces desaté mis ansias buscando de un lado a otro las explicaciones de maquetas, pinturas, esculturas, la fuente, las osamentas, cada aparador, cada exhibición.
Desgraciadamente no terminé de conocer aquel recinto de encanto para un amante de la historia y lo antiguo como yo, más aún para mi desgracia a los dieciocho años de edad, nunca he podido regresar. 
Hoy la lluvia lúgubre de Pachuca y lo frío de su viento, me hicieron recordar aquella tarde tan peculiar de mi vida. 

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