lunes, 9 de junio de 2014

Cuando he abierto mi corazón.

Ayer desafié mi instinto de conservación; te volví abrazar y decirte al oído lo que siento por ti.

Al momento prefería que me tragara la tierra ¿Qué demonios ando diciéndote algo que no quieres oír? Parezco un niño que hace berrinche por no tener lo que quiere.
Andarte diciendo como un reproche lo que en este tiempo he llegado a sentir de ti, ¡qué barbaridad!. Aunque, esperaba en el fondo de mi alma que me besaras, o me abrazaras fuertemente; tu respuesta fue la más normal, la mejor: ser honesta. Decir que no sientes lo mismo, que no me piensas engañar. Lo aprecio, aunque duela, es mil veces mejor.

No entendía a que debía este comportamiento tan burdo, esta forma tan infantil de actuar, hasta que hoy descubrí: «No está en mi naturaleza ocultar nada. No puedo cerrar mis labios cuando he abierto mi corazón».

No hay comentarios:

Publicar un comentario