sábado, 20 de febrero de 2010

El silencio de atrio

El silencio del atrio era inminente, el aire fresco, el olor a pasto; sonaron las campanas y para María ese sonido no era importante, ella seguía tirada en el pasto observando el cielo y buscando alguna figura conocida en las nubes, era una paz increíble, hermosa.

Se alcanzo a oír un ruido que llamo la atención de la pequeña, y un segundo después un grito ensordecedor cruzo el cielo como un rayo. La paz y la tranquilidad que tenia María en ese momento se esfumo como arena entre los dedos, la curiosidad se infiltro entre las ideas de la niña y se salio del amurallado de la vieja iglesia, observo a lo distante una luna de polvo que se acercaba como bólido hacia ella, unas siluetas de hombres a caballo se entre dibujaban en la pesadez del polvo, para ella eran fantasmas, siguieron avanzando y el pánico s apodero de ella, grito como nunca antes lo había realizado en su vida.

Los fantasmas cruzaron la nube de polvo y comenzaron a sacar unas armas largas como la que tenia el papa de María en el granero, se oían las detonaciones como una lluvia de acero, que rompieron ventanas, robaron vidas…

En unos minutos el pueblo era un cementerio sin tierra, con su dolor María se quedo muda, inerte, no le había pasado nada, la matanza era un cuadro aterrador, las callejuelas quedaron bañadas en sangre y había cuerpos tirados por doquiera, María reacciono de su impavidez y soltó un ultimo grito, un asesino la oyó, y su única reacción inhumana fue plomearla en la sien, los fantasmas huyeron como vinieron con una nube de polvo como escudo, el silencio y la paz regreso al atrio, con María de frente viendo al cielo, viendo su alma elevarse.

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