Sí me preguntaras que sí aún te amo, la respuesta sería sí; también te preguntarás ¿Cuál derecho tengo de hacerlo? La respuesta es: ninguno. Lo hago casi como el respirar, es tan natural, tan inevitable, tan preciso hacerlo; ¿Por qué? Fácil, me acostumbré al amor, no a ti, no a tu presencia, voz o cuerpo; me acostumbre al hecho de amarte, amarte en silencio, y a la vez odiarte con profundo placer; me place odiarte, porque así cada día dejo de amarte, y se convierte en amor por amar, no a ti, al hecho de amarte, al verbo amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario