lunes, 28 de enero de 2013

Era inevitable.

Es inevitable no sentir nada por ti, te conozco lo suficiente para enamorarme, pero también me conozco lo suficiente para saber que no haré nada por tenerte, que siempre te miraré desde abajo, y tú, con tu sonrisa desbordante me verás a lo lejos, distante, callado, frustrado.
Te leo en los versos de Neruda, en los poemas de Sabines, te escucho en cada nota de cada canción, cuando hablo, mi voz en secreto pronuncia tu nombre, y mis ojos buscan a la distancia tu mirada, absorta, fascinante.
Me embriaga el pensar en tu voz, el soñar tus labios hablando palabras de amor, respetando el silencio para expresar lo que el alma lleva en un beso, en la pasión que la obscuridad provoca y entonces el calor de tu piel suave cubriéndome lentamente.
Te pienso, te bebo, te como, te sueño, te pronuncio. ¿Qué hice yo para sentir esto? ¿Para enamorarme de ti? Nada, como dije: era inevitable.

"Tú nunca sabrás, estoy cierto, que escribí estos versos para ti sola; pero en ti pensé al hacerlos.
Son tuyos"

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